miércoles, 27 de agosto de 2008

Y ustedes: ¿Quien dicen que Soy?

Mt 16, 13-20

Gran texto Evangélico nos presenta Mateo. Donde El Mesías se revela como tal, y nos cuestiona hoy, como cuestiono a sus discípulos hace dos mil años: ¿Quien dice la gente que soy yo? Entonces, la respuesta no involucra al corazón. Esa es fácil de responder.. "algunos dicen que eres Elías... otros dicen que eres Juan el Bautista..." hoy, como hace dos mil años, podemos contestar rápidamente a esa pregunta. Podemos decir que algunos creen que sos un gran místico, un profeta, un gran hombre.
Pero al Señor, desde mi humilde perspectiva, lo que le interesa es la otra pregunta: Y ustedes ¿Quien dicen que soy Yo?. Esa pregunta lacerante, porque nos toca el corazón. Nosotros, como sus discípulos nos reunimos en torno a Él, lo escuchamos, hablamos con Él por la oración. ¿Quién es Él? esta pregunta no la podemos evadir, no es tan sencilla como la otra. Porque involucra nuestra vida, nuestro sentir y nuestro obrar. A Él no podemos esconderle nada . Cuando nos pregunte cara a cara ¿Quién decís que soy yo?, el fuego que traerá su Palabra no nos va a dejar lugar para que nos escabullamos, o para que podamos ocultarle lo que hay en nuestro corazón...
Entonces, el evangelista nos narra que Pedro, otra vez Pedro, toma la iniciativa y le responde: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» el Hijo de Dios vivo es una novedad que nos trae Mateo. En los otros sinópticos esta frase no está. Y nos muestra como El Dios de nuestros Padres, sigue en movimiento, enamorado de su Pueblo, y en este movimiento que es Amor nos entrega a su Hijo, el Mesías prometido para Israel y para la humanidad.
Justamente Pedro responde, por mas que la semana que viene veamos que gran metida de pata se va a mandar, Pedro responde por los discípulos, y místicamente por la humanidad. "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Este texto es el que nos muestra según la tradición de la Iglesia, la primacía de Pedro y el sustento evangélico del papado. Recemos por nuestro papa Benedicto XVI, para que sea un discípulo fiel a la Palabra de nuestro Señor. Sostengámoslo con nuestra oración: ese fue su pedido al iniciar su pontificado.
Y el Mesías le dice: Feliz de ti, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre. Bien podría ser una de las alabanzas de las bienaventuranzas.
Hoy, si nosotros respondemos como Pedro, Jesús también nos dice: Feliz de vos, que no te dejás guiar por los criterios del mundo, y te dejás iluminar por lo que mi Padre del Cielo te quiere decir. Feliz de vos, que me reconocés como Señor, porque en el día del Juicio, sabés que voy a tenerte preparada una habitación en la Casa del Padre, que para eso voy a subir y luego voy a venir a buscarte.
Que consolador es saber que el Señor se va a acordar de nosotros. Sólo debemos serle fieles, hasta el final.
Recen por mí. Bendiciones.

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